Vivencias

A partir de la lectura colectiva de la Divina Comedia

Paraíso, canto 33. Llegó el final. Dante ha podido ver a Dios, en su luz, en su sabiduría, en su pleno poder. Por aquellos instantes ha podido aprehender toda la sabiduría del universo, que lo supera en grado sumo (no podría ser de otra manera) que no puede expresarla con palabras.

Hay cosas que nadie te las puede contar, hay que vivirlas. Las experiencias que nos transforman hasta lo más profundo no pueden ser transmitidas. Y si uno las ha compartido con otras personas, basta verse a los ojos para entenderse. Lo demás sobra.

Difícil volver al mundo para Dante tras tal viaje y revelación. Nada será lo mismo. Encontrarse con la incomprensión, y a la vez con una realidad que nos era tan propia y ahora nos es tan ajena.

Todos los viajes nos cambian; a veces, sin salir de nuestro sillón. Un libro siempre propone un viaje y nos hace reflexionar, y ya no volvemos a ser los mismos. Esta lectura colectiva de la obra ha sido muy enriquecedora. No es lo mismo leer solo que acompañado, ver lo que piensan y sienten los demás nos abre los ojos, más ante un libro de esta naturaleza.

Aquí estamos, llegó el final. Tal vez fue más fácil y llevadero transitar el infierno (será porque es más humano?), pero aún en los momentos de tedio, purgatorio y paraíso representaron un desafío por su complejidad y renovadas formas de pensarnos.

Aquí termina el viaje de Dante. Y el nuestro. Un libro que nunca pensé leer, y menos así, colectivamente. Hoy se suma a la biblioteca de lecturas que han dejado huella en mí. Solo gratitud.