Soberbia y olvido

A partir de la lectura colectiva de la Divina Comedia

 

Ilustra: Eugene Delacroix

Infierno, canto 8. Estando en la balsa que los cruza al otro lado de la laguna de Estigia, dejándolos frente a los muros de la ciudad infernal de Dite, se eleva de las aguas un condenado. Es Filippo Argenti, y ambos de reconocen. Las notas dicen que era un niño rico de Florencia, soberbio y patotero, que tanto dinero tenía que las herraduras de sus caballos eran de plata. Así, aunque el autor pasea por el infierno, en realidad nunca sale del vecindario y sus deleitables miserias y diversiones.

El infierno es una montaña rusa de sensaciones. Hemos visto que Dante ya sintió miedo, curiosidad, compasión; ahora siente bronca, y es la primera vez que se ve a Dante disfrutando por los tormentos de un alma. «Ese que ves fue en el mundo una persona soberbia: ninguna virtud ha honrado su memoria, por lo que su sombra está siempre furiosa». (Inf 8 ) No hay mayor castigo para un soberbio que ser objeto del olvido… aquellos que se creen superiores en vida, quedan igualados a los demás en la muerte. La humildad de reconocer que somos pequeñas almas de paso es la que nos permite sobrellevar con entereza la conciencia de la finitud.

Y luego, llegan ante las puertas de lo más infernal del infierno… y no pueden pasar… ay que intriga!! Esto parece una serie que querés ver el siguiente capítulo a ver que pasa. Aquí, resalta la figura de Virgilio y la admiración que Dante le tiene, llamándolo «mar de toda ciencia».