Tarde de sábado en el MALBA. Después de almorzar una hamburguesa Wendy’s liviana, caminamos hasta el museo y descubrimos la ciudad. Íbamos a ver la muestra “México moderno, vanguardia y revolución”, que traza el desarrollo de las diferentes propuestas estéticas modernistas que tuvieron lugar durante la primera mitad del siglo XX en México. El recorrido está compuesto por un conjunto de 170 piezas emblemáticas de más de 60 artistas, incluyendo a los más grandes maestros del período, que son sus exponentes más conocidos: Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, entre otros, muchos de los cuales se exhibían por primera vez en nuestro país. La muestra fue organizada en colaboración con el MUNAL, Museo Nacional de Arte Latinoamericano de México.
La selección de obras quería mostrar la búsqueda de la auténtica mexicanidad en estos artistas, así como el modo en que los intereses vanguardistas y revolucionarios cambiaron el rumbo de las artes en ese país. Muestra también la fuerza y la solidez del período moderno en México, en el que lo folklórico, que persiste desde épocas precolombinas y es parte indisoluble de la vida cultural del país, se volvió un sello identitario. Las obras exhibidas muestran que la vanguardia mexicana no fue una mera imitación de lo sucedido en Europa, sino una reelaboración que incorporó los elementos de la cultura local. En este proceso fue crucial el papel de la ciudad, estridente y cosmopolita, repleta de artistas e intelectuales que se nutrieron de lo autóctono, de las costumbres y festividades populares y religiosas, de la temática indigenista, de los conflictos de clases y de la activa vida social y política.
El arte mexicano de la primera mitad del siglo XX es reconocido principalmente por sus contribuciones en torno a la pintura monumental. El muralismo, impulsado por el triunfo de la Revolución, promovió un proyecto de construcción de la nación moderna. Pero no era lo único exhibido allí. La muestra estaba organizada en cuatro salas temáticas.