Contratos con Dios

A partir de la lectura colectiva de la Divina Comedia

Paraíso, canto 5. Antes de ascender al círculo de Mercurio, Dante pregunta si no hay forma de restaurar los votos no cumplidos, y ella dice: sí, por algo mayor. Y vuelta a la cuestión del libre albedrío.

Dios nos hizo libres de elegir. En un voto, elegimos con nuestra libertad cortar una porción de esa libertad dada y ofrecérsela. Un voto es algo que prometemos a Dios no hacer más. Y como dice Beatriz: «Si crees que puedes hacer buen uso de lo que ya has ofrecido, es como si quisieras hacer una buena obra con una cosa mal adquirida.«: lo que ofrecemos, no lo tenemos más. Si queremos, simplemente, podemos ofrecer más… pero para lograrlo hay una mediación: la autoridad eclesiástica.

Y acá hay algo que me hace mucho ruido: Si Dios es amor perfecto, que nos ama tal y como somos; si nos dice solo «pidan y se les dará» (Mateo 7,7) sin ofrecer contraparte, no entiendo lo de los votos. Sería algo así como ofrecer un regalo a Dios que él no nos pide, para agradarlo, cuando ya le agradamos tal como somos. Entonces, ¿para qué lo hacemos? ¿No será que buscamos más sentirnos satisfechos, e incluso que otros nos remarquen, que agradarle a él?

Todo esto me suena a explicar una especie de toma y daca con Dios, que encima tiene como mediador a la Iglesia que Beatriz misma tildó de corrupta antes de salir del Purgatorio, y que debía ser desestimada. Demasiado humano para mi gusto. Pido esto, y si pasa, hago esto; y si no pasa, no hago nada. Me cuesta pensar que Dios funcione así, y que nos mida en cuánto hacemos de sacrificio para agradarle. Creo más en que a Dios complace la alegría de vernos disfrutar de nuestra libertad eligiendo el bien y usando los dones que nos dio para hacer el bien.

Está claro que la perfección no va a entrar nunca en nuestra cabeza, pero creo que nos cuesta más de lo que pensamos imaginar ideas como un amor totalmente desinteresado; así como nos cuesta entender la paz infinita del Paraíso, donde todo deseo está cumplido.