Lo que cada uno mezquina

A partir de la lectura colectiva de la Divina Comedia

Purgatorio, canto19. Nuevamente pasan el umbral a un nuevo círculo, donde los codiciosos están de cara en tierra. Pero antes, el sueño de Dante revela que las cosas terrenas nos seducen mostrando una cara bella que en realidad no tienen. Es la voluntad la que la desenmascara y le pone freno.

Avaricia es el excesivo amor por los bienes materiales. El avaro es egoísta; a veces derrochón, a veces ahorrativo, lo que prima es que captura y guarda para sí sin tener en cuenta a los demás. Todo le vale por obtener aquello que desea.

Pienso en los avaros a mi alrededor, aquellos que llevando una vida más que digna pregonan en voz en cuello que la plata no les alcanza, siguen tomando trabajo que cumplen sin ninguna responsabilidad ni seriedad… porque como quieren todo para sí, quieren la plata del trabajo y el tiempo libre del no trabajar.

Pienso en los que te mezquinan su conocimiento, porque si a ellos les costó adquirirlo, los demás también deberán padecer. Los que te mezquinan su tiempo, y te dan la espalda cuando más los necesitás. Todas son cuestiones de amor a lo terrenal.

Y no puedo dejar de pensar en algo que ya es recurrente cuando leo, que es el mundo capitalista en el que vivimos. Somos avaros cuando nos lanzamos a comprar algo que está barato sin pensar si lo necesitamos, o en las personas que pagaron por eso que nos tentó porque está barato. Pienso en esa mujer horrible del sueño de Dante, que nos seduce porque la vemos bella, porque desconocemos lo terrible que es. Pienso que si somos conscientes de lo que pasa en el mundo, tenemos que intentar ponerle freno.

«No hago apología de la pobreza, sino de la sobriedad» dice el Pepe Mujica, y yo acuerdo. Agregaría, sin embargo, que cuando lleguemos a ser sobrios, pasemos a ser, también, generosos.