Darío agradeció. Para él, quien va a ver un espectáculo de filosofía un sábado a la noche es un nerd. O un drogón. O un nerd drogón.
En todo caso, no son buenos los fanatismos, ni las sobredosis, y creo que eso pesó sobre mí. Es un buen espectáculo para el que nunca vio a Darío, un buen compendio de su interpretación filosófica. Tal vez un poco denso para un sábado a la noche (sería más adecuado un viernes y del todo dañino un domingo), ya que el sábado habitualmente uno trata de olvidar ciertas cosas y disfrutar más ligermente.
En mí faltó tiempo, distancia para decantar lo que escuchamos cada martes; para olvidar parcialmente, así la obra permitía recuperar viejos conceptos. Se ve que él tiene conceptos clave, textos representativos, lineamientos de pensamiento que aborda en todos los ámbitos. Es claro, siempre tiene un público renovado donde un par ya lo escucharon y para otro par es la primera vez. Por eso no conviene la sobredosis.
La obra es interesante… mecha reflexiones con canciones, ambas aunadas en tema. El amor, el tiempo, el lenguaje, la historia, lo religioso. Y siempre, el tema de la pregunta. Del otro que me define a partir de la diferencia. De que no encajar en el fondo está bueno, porque enriquece y presenta el desafío de congeniar, de aceptar sin entrar en crisis.
Recomendable para aquellos que gusten meditar los problemas de la existencia… y sean lo suficientemente nerds, o drogones, o nerds drogones, como para encarar la tarea un sábado la noche.