Mirar adelante

A partir de la lectura colectiva de la Divina Comedia

Purgatorio. Canto 9. Un canto lleno de alegorías, todas haciendo referencia a la reconciliación. En su sueño, Dante es transportado a la puerta del purgatorio, donde el ángel le abre la puerta al camino de la purificación y le dice que no debe mirar atrás.

Se me viene a la mente la imagen de Lot y su familia, huyendo de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y que la mujer por mirar atrás quedó convertida en estatua de sal. Aquí es similar, el que mira hacia atrás, retrocede a la salida.

Mirar atrás tiene múltiples facetas. Lo pasado, pisado. Pensemos que si traemos las manos embarradas y nos lavamos para luego volver a trabajar con la tierra, nos volveremos a ensuciar. Con las situaciones es igual… suceden, es necesario pensarlas, procesarlas, ordenarlas, pero una vez que las logramos, ¿para qué mirar atrás? Es reabrir un dolor, un error, ya sanado. Es como si retrocediéramos el paso dado. Es vivir en el pasado y no progresar nunca, revolver sobre algo que ya no tiene remedio.

Pero a la vez, es mirar a quienes quedaron atrás. Mirar hacia atrás y ver a los que aún no han superado pruebas que nosotros sí puede ser motivo de orgullo y soberbia; en ese punto, retrocedemos en el crecimiento espiritual. Mirar adelante es ver a los que nos adelantaron y sentirse humilde, pero a la vez vivir el desafío de crecer también, de aprender de ellos.

Podemos mirar atrás también con piedad, pero ya en el infierno se nos hablaba duramente de la compasión… cada cual debe andar su camino: nadie puede hacer reflexión por otro, son procesos internos, muy propios. Por más que apliquemos vendajes, las heridas sanan a la velocidad del cuerpo de cada uno. Mirar atrás nos hace retrasar nuestro propio camino, y esto no significa abandonar al otro, sino dejarlo en la libertad de sus tiempos y sus procesos. Tantas veces uno aconseja repetidamente a un amigo que parece no oir nuestros consejos y tropezar siempre en la misma piedra… es desgastante, o no? Podemos acompañarlo, darle nuestra opinión, y después dejarlo hacer a su tiempo… Tiene que ver con el respeto y la tolerancia, y eso forma parte del crecimiento personal también.

Mirar adelante es, en definitiva, desprenderse. Dejar atrás el hombre viejo, las cosas que nos atan, que nos pesan, y pulirse una y otra vez. Así como pensaba al leer el infierno que éste estaba en el corazón del hombre, creo que el purgatorio está en la vida misma.

Veremos que nos tiene deparado el paraíso… pero vamos de un paso a la vez. Aún queda mucho por perfeccionar.