Ahi voy, otra vez desde el proyecto literario de Uciel. Me resultó interesante la mirada, el compendio, la curiosidad. Convivimos con los chinos del supermercado, a los que a veces como sociedad despreciamos por su calidad de inmigrante (¿por qué será que nos cuesta tanto aceptar lo diferente? ¿por qué será que le tenemos tanto miedo?), y así sobrevuelan los dichos: «apagan la heladera de noche», «son sucios», «comen ratas», «se hacen los que no entienden pero te entienden todo».
Pero tras los chinos hay una cultura milenaria que, por otro lado, tenemos bastante presente. Porque muchas veces decimos, cuando nos olvidamos de las frases y la desconfianza del supermercado, que son ellos los que han inventado gran parte de las cosas que hay hoy en el mundo. Por eso, cuando Uciel publicó este texto, me gustó y lo quise conservar aquí.
¿Qué no inventaron los chinos?
Allá en la infancia, supe que China era un país que estaba al otro lado del Uruguay y se podía llegar allí si uno tenía la paciencia de cavar un pozo bien hondo. Después, algo aprendí de historia universal, pero la historia universal era, y sigue siendo, la historia de Europa. El resto del mundo yacía, yace, en tinieblas. China también. Poco o nada sabemos del pasado de una nación que inventó casi todo. La seda nació allí, hace cinco mil años. Antes que nadie, los chinos descubrieron, nombraron y cultivaron el té. Fueron los primeros en extraer sal de pozos profundos y fueron los primeros en usar gas y petróleo en sus cocinas y en sus lámparas. Crearon arados de hierro de porte liviano y máquinas sembradoras, trilladoras y cosechadoras, dos mil años antes de que los ingleses mecanizaran su agricultura. Inventaron la brújula mil cien años antes de que los barcos europeos empezaran a usarla. Mil años antes que los alemanes, descubrieron que los molinos de agua podían dar energía a sus hornos de hierro y de acero. Hace mil novecientos años, inventaron el papel. Imprimieron libros seis siglos antes que Gutenberg, y dos siglos antes que él usaron tipos móviles de metal en sus imprentas. Hace mil doscientos años inventaron la pólvora, y un siglo después el cañón. Hace novecientos años, crearon máquinas de hilar seda con bobinas movidas a pedal, que los italianos copiaron con dos siglos de atraso. También inventaron el timón, la rueca, la acupuntura, la porcelana, el fútbol, los naipes, la linterna mágica, la pirotecnia, la cometa, el papel moneda, el reloj mecánico, el sismógrafo, la laca, la pintura fosforescente, los carretes de pescar, el puente colgante, la carretilla, el paraguas, el abanico, el estribo, la herradura, la llave, el cepillo de dientes y otras menudencias.
Eduardo Galeano – Espejos