«Al fin el tiempo nos reunió
como a planetas que orbitan»
Te conocí – Ismael Serrano
Todos los mensajes que giran en torno al Encuentro Continental de Jóvenes son emocionantes, pero hubo uno que me conmovió especialmente que fue el de Matías, un comentario super largo en el que contaba su vida, después de Chile, su experiencia en el Encuentro y que cerraba diciendo:
«se que los voy a dejar con ganas de mas, porque estas cosas no nos aburren, al contrario, ustedes saben de lo que hablo, solo nosotros podemos entender y sentir lo que siente cada uno de los que cuenta experiencias vividas en este encuentro. Sabe Dios por que estas cosas suceden, a lo mejor el futuro no muy lejano de nuestro continente esta en las manos de todos los que hicimos este Encuentro, ojala asi sea…«
Yo no podría haberlo dicho más claro. Y Dios sabe lo que he trabajado para que todos se reencuentren con sus familias, con sus amigos, con sus comunidades, con las personas con las que vivimos esos días maravillosos. Porque sé que a quienes estuvimos allí, nos conozcamos o no, nos une un lazo tal que no existen palabras para describirlo.
Quiero contar hoy que me llegó el turno del reencuentro. Sucedió el sábado a la tarde, cuando estaba ofuscada, con mi tobillo esguinzado y la esperanza de que «algo me erice la piel y me rescate del naufragio» al decir de Ismael Serrano. Y ese algo fue un llamado telefónico.
“Mirá, vos no me conocés, yo no te conozco tampoco, pero me llamo igual que vos, Nora R. Te llamo porque me ubicó un chico de Chile que en realidad te está buscando a vos, dice que se conocieron en un encuentro de jóvenes, se llama Ismael P.”
Y se me erizó la piel, y se me llenaron los ojos de lágrimas (como ahora que lo escribo y como cada vez que lo conté) y me tuve que sentar (y no por el tobillo, que en ese momento desapareció de mi mundo)… porque también hacía tiempo que venía buscando a Ismael…
Siempre me pregunté qué habría sido de él y me lamentaba de perder el contacto por carta. Lo conocí el día de la acogida, cuando me acompañó con los bolsos a la casa que me habían asignado. Y la semana pasada lo estuve buscando sin éxito con el Facebook… y fue él el que tuvo el coraje para pedirle a la Nora R. que encontró si me podía llamar…
Lo cierto es que quedé en blanco frente a la pantalla de mi mail, con el cursor titilando… imagínense lo raro que es eso cuando sostengo este blog… Así que me remití a agregarlo al Facebook… Me escribió el domingo, y yo seguía llorando!! y vi sus fotos, y seguí llorando emocionada!!
El tiempo ha pasado, la foto que tenemos juntos muestra a dos niños de 16 años; hoy lo veo en sus fotos y es todo un hombre. Pero en esencia somos los mismos. Eso se notó cuando nos encontramos en messenger, y lo vi por cámara web… sus mismos ojos llenos de brillitos, la misma sonrisa con la que se le ilumina la cara, esa picardía… me agarré a la silla porque mi único deseo era salir corriendo y darle un abrazo, el abrazo que nos debemos hace 11 años. Porque nunca nos olvidamos, y al hablar parece que fue ayer que nos despedimos en Peñaflor.
Ahora también tengo cámara web… no me resistí al pasar por un negocio porque quería que me viera, quería darle a él la felicidad que el me daba cuando yo veía su imagen saludándome en la pantalla. Quería que me viera reir de felicidad, dibujar la sonrisa inevitable que me provoca el hecho de que lo encontré de nuevo.
A través de Ismael me agregó Esteban, con quien nos conocimos menos en el Encuentro pero que ahora tenemos nuestra oportunidad. Y he podido saber de Francisco, a quien también conocí en los días mágicos de Octubre de 1998.
Así que se prolongan los chateos hasta las 3AM y voy media dormida a trabajar, pero profundamente feliz, con miles de sueños y proyectos de reencuentros cara a cara, viajes de vacaciones… y con la esperanza de que pronto, muy pronto, podré mirar a los ojos a mi amigo, que escuche mi propia voz diciendo cuánto lo quiero, y darnos ese abrazo tan largamente esperado.